¿Cuál es la fecha de caducidad de un protector solar?¿ Y si está abierto?
La venta de todo tipo de protectores solares, gracias a la creciente concienciación de la población frente a los efectos perjudiciales de la radiación solar, va en aumento con cifras que rondan los dobles dígitos. Afortunadamente este aumento en la concienciación ha ido acompañado de la evolución en la formulación cosmética de estos productos, así como del desarrollo de nuevos sistemas de aplicación, haciendo más cómodo y atractivo el empleo de los mismos.
Sin embargo, las unidades vendidas no necesariamente han sido empleadas o usadas en su totalidad, lo cual hace que exista un remanente de producto que permanece en los armarios, bolsos de playa/piscina o lo que es peor, guanteras o maleteros de coche, por si surge la oportunidad de usarlos nuevamente.
Muchos han sido los métodos tradicionales empleados para valorar la aptitud del producto: comprobar el olor o aroma del producto, el mantenimiento de la emulsión y color, existencia de grumos, …. Si la nariz u ojo crítico daban el visto bueno, «adelante con él».
Sin embargo, desde Farmacia Olof Palme queremos hacer saber a la población cuál es la fecha de caducidad o periodo de consumo recomendado de los fotoprotectores.
En envases abiertos
En condiciones de conservación adecuadas, este plazo vendrá determinado por un parámetro llamado PAO, que es un número que acompaña a una «M» en el envase. Normalmente este número no suele ser superior a 12. De hecho suele encontrarse con valores entre 6 y 12. ¿El significado? Muy simple: el número representa el número de meses máximo recomendado de uso del producto una vez abierto el envase. Cómo podrá observarse, hacemos mención a periodo recomendado de consumo o uso y no hablamos de caducidad.
Según las principales sociedades relacionadas con el sector de la Cosmética y Dermofarmacia, el plazo establecido en el etiquetado también conocido como PAO (Period After Opening / Periodo Tras Apertura) indica el plazo en que la formulación envasada mantiene sus propiedades intactas desde el desprecintado del producto, garantizando la calidad, estabilidad, seguridad y eficacia de los ingredientes, composición, proceso de fabricación y envasado del mismo.
Hay que tener en cuenta que desde el desprecintado del producto la formulación pierde la hermeticidad que se le dio durante el proceso de fabricación y entra en contacto con agentes externos, dando comienzo un proceso de degradación. Dado que por las características de uso de los fotoprotectores estaríamos hablando de entornos altamente agresivos para la correcta conservación del producto, es muy difícil que un protector solar de una temporada se encuentre en condiciones para ser usado en la siguiente. No debemos olvidar que los envases de estos productos muchas veces no se encuentran bien cerrados, lo que favorece la oxidación de muchos principios activos, o los tenemos expuestos al sol, o sobre superficies calientes, en bolsos de playa, en maleteros de coche, … , por lo que garantizar la estabilidad de las emulsiones o sistemas de formulación, así como de los principios activos se convierte casi en misión imposible, a pesar de las altas inversiones que realizan los laboratorios fabricantes con el fin de dotar de mayor estabilidad a sus productos.
Existe la creencia de que los protectores solares a base de filtros físicos tienen una caducidad mayor que los elaborados a partir de filtros químicos y/o biológicos. Sin embargo, no hay estudios que demuestren que un filtro físico tenga mayor estabilidad que uno químico o biológico, ni viceversa. Si bien es cierto que un fotoprotector a base de filtros físicos no va a sufrir la descomposición que puede sufrir un filtro químico, con el tiempo pueden aparecer grumos o apelmazarse, haciendo que el producto ya no se aplique homogéneamente, y al no estar distribuido el filtro por igual en la emulsión pueden aparecer diferentes grados de pigmentación en la piel (manchas) no pudiendo garantizarse, por tanto, la protección inicial.
Debido a ello, la pauta de comportamiento general debiera ser el desechar el envase una vez transcurrido el plazo fijado en el mismo. Si el producto ha estado en alguna de las situaciones anteriores citadas y que aceleran la degradación del producto, recomendamos que el plazo de uso no debería superar la mitad del plazo fijado en el envase, siempre teniendo en cuenta que el uso del protector se realizará bajo la responsabilidad del usuario y que ningún laboratorio nos va a garantizar el índice de protección del producto ni tampoco que no suframos alguna reacción adversa en la piel. Se desechará igualmente si aparecen signos que indiquen la oxidación o rotura de la emulsión o sistema empleado para vehiculizar el filtro solar.
Partiendo de la base de que si aplicamos la cantidad necesaria de producto en nuestra piel (2 mG/cm2 de piel o lo que es lo mismo 40 gramos para cubrir la superficie de un adulto de talla media), y según las recomendaciones de las principales sociedades especializadas, un envase de 200 gramos no debiera durarnos más de 5-6 aplicaciones completas, muy difícilmente la vida útil del fotoprotector debiera superar el mes. Esto debiera hacernos reflexionar sobre la cantidad de fotoprotector que aplicamos así como de las repeticiones que hacemos de estas aplicaciones, pues debiera hacerse cada 2-3 horas.
En envases cerrados
Por norma general, los protectores solares comercializados en el canal farmacia, mantienen su efectividad hasta tres años, mientras no sean abiertos. De hecho la normativa existente al respecto en España, establece que si la caducidad es superior a 30 meses no es necesario indicarla en el envase, mientras que si es igual o menor a 2,5 años es obligatorio especificarla en lugar visible.
En la realidad de nuestro día a día, nos encontramos con multitud de nuevas formulaciones que los laboratorios fabricantes van poniendo en el mercado y ni ellos mismos conocen los límites del producto fabricado, por lo que la pauta de comportamiento general es la de fijar un plazo de caducidad máximo de 24 meses y a base del seguimiento que realizan de estas nuevas fórmulas, posteriormente modificar los plazos en nuevos lotes fabricados, ampliando así la garantía del producto.
Una vez explicados todos los aspectos que afectan a la caducidad de un fotoprotector, y en resumidas cuentas, debemos fijar y verificar que se cumplen las siguientes claves a tener en cuenta:
– No usar un fotoprotector caducado.
– Si el envase está abierto desecharlo si han transcurrido, como mucho, 8 meses desde la apertura siempre y cuando tengamos un fotoprotector con un PAO de 12 M y su conservación haya sido la adecuada.
– Si aparecen signos como olor rancio, color diferente al original, emulsión o sistema roto (diferentes texturas en la composición de nuestro producto), grumos, debemos igualmente desecharlo.
Desde Farmacia Olof Palme recomendamos emplear productos con fecha de caducidad marcada, clara, y de fácil comprensión, y sobre todo recordar que el coste de adquisición de un nuevo envase no debe hacernos correr el riesgo de sufrir daños, a veces irreparables, en nuestra piel.
Farmacia Olof Palme
Cuidamos de tu salud.
Nos preocupamos por tu bienestar.
Tu farmacia de confianza en Las Palmas.
Síguenos y apóyanos a través de las redes sociales (Facebook, Instagram, Youtube, Pinterest y Foursquare).
Comparte en tus perfiles este contenido con tus familiares, amigos y conocidos y ayúdanos a difundirlo.