Derribando mitos
En las últimas fechas hemos sido testigos de las polémicas y controversias que se han generado alrededor de las políticas de vacunaciones masivas que se llevan a cabo a través de los sistemas nacionales de salud, así como las que se han cernido sobre las vacunas en sí mismas.
Todo ello a pesar de los beneficios que aportan y han aportado históricamente y de que la mayor parte de la comunidad científica las recomienda. Sin embargo, debido a esas polémicas hay muchas personas que se muestran contrarias a la vacunación.
Quizás motivada por esas controversias, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado un informe explicando los diferentes mitos y verdades sobre las vacunas.
Desde Farmacia Olof Palme hemos querido hacernos eco de dicho informe para colaborar en la divulgación del mismo y por ello te pedimos que compartas este contenido en cuantos perfiles de redes sociales tengas. Entre todos conseguiremos una desmitificación en relación con las vacunas y las vacunaciones masivas.
Mito 1. «Las mejores condiciones de higiene y saneamiento harán desaparecer las enfermedades; las vacunas no son necesarias». Falso. Las enfermedades contra las que podemos vacunar volverían a aparecer si se interrumpieran los programas de vacunación. Si bien la mejor higiene, el lavado de las manos y el agua potable contribuyen a proteger a las personas contra enfermedades infecciosas, muchas infecciones se pueden propagar independientemente de la higiene que mantengamos. Si las personas no estuvieran vacunadas, algunas enfermedades que se han vuelto poco comunes, tales como la poliomielitis y el sarampión, reaparecerían rápidamente.
Mito 2. «Las vacunas conllevan algunos efectos secundarios nocivos y de largo plazo que aún no se conocen. Más aún, la vacunación puede ser mortal». Falso. Ante esta creencia la OMS recuerda que la mayoría de las reacciones vacunales son generalmente leves y temporales. Los casos graves son aislados y objeto de seguimiento e investigación.
En esta línea afirma que es más probable padecer un trastorno grave por una enfermedad prevenible mediante vacunación que por una vacuna. Por ejemplo, en el caso de la poliomielitis, la enfermedad puede provocar parálisis; el sarampión puede causar encefalitis y ceguera, y algunas enfermedades prevenibles mediante vacunación pueden ser incluso mortales. Aunque un solo caso de trastorno grave o defunción por vacunas ya es demasiado, los beneficios de la vacunación compensan con creces el riesgo, dado que sin las vacunas se producirían muchos trastornos y defunciones.
Mito 3. «La vacuna combinada contra la difteria, el tétanos y la tos ferina, así como la vacuna antipoliomielítica, pueden provocar el síndrome de muerte súbita del lactante (SIDS)». Falso. No existe una relación causal entre la administración de las vacunas y la muerte súbita del lactante, a pesar de que esas vacunas se administran en un periodo en el que el recién nacido puede sufrir el SIDS.
Mito 4. «Las enfermedades prevenibles mediante vacunación están casi erradicadas en mi país, por lo tanto no hay motivos para que me vacune». Falso. En un mundo donde las comunicaciones y transportes han evolucionado tanto, los agentes patógenos atraviesan rápidamente las fronteras geográficas y se propagan a cualquier persona no protegida o vacunada.
Hay dos motivos fundamentales para vacunarse, a saber, protegernos a nosotros mismos y proteger a quienes nos rodean. Los programas eficaces de vacunación, al igual que las sociedades eficaces, dependen de la cooperación de cada persona para asegurar el bien común. No deberíamos depender de las personas que nos rodean para detener la propagación de enfermedades. Nosotros mismos también tenemos que hacer nuestra parte.
Mito 5. «Las enfermedades de la infancia prevenibles mediante vacunación son algo inevitable en la vida». Falso. Las enfermedades prevenibles mediante vacunación no tienen por qué ser algo inevitable en la vida, puesto que enfermedades como el sarampión, la parotiditis y la rubéola pueden acarrear importantes complicaciones, tanto en niños como en adultos, que pueden ser evitadas con la vacunación.
Mito 6. «La administración simultánea de más de una vacuna puede aumentar en los niños el riesgo de efectos secundarios nocivos, que a su vez pueden sobrecargar su sistema inmunitario». Falso. Las pruebas científicas revelan que la administración simultánea de varias vacunas no conlleva ningún efecto secundario sobre el sistema inmunitario del niño. Los niños están expuestos cotidianamente a cientos de sustancias extrañas que desencadenan una respuesta inmunitaria. El simple hecho de ingerir alimentos introduce nuevos antígenos en el organismo, y numerosas bacterias viven en la boca y la nariz. Un niño está expuesto a muchísimos más antígenos como consecuencia de un resfriado común o una faringitis, que por las vacunas.
Mito 7. «La gripe es solo una molestia y la vacuna no es muy eficaz». Falso. De hecho, esta enfermedad provoca cada año entre 300.000 y 500.000 defunciones en todo el mundo. Además, las embarazadas, los niños pequeños, los ancianos con problemas de salud y cualquiera que padezca un trastorno crónico, por ejemplo, asma o cardiopatía, corren un alto riesgo de infección grave y muerte, por lo que la vacunación es la mejor manera de reducir las probabilidades de padecerla y, al mismo tiempo, de contagiar a otros.
Mito 8. «Es mejor la inmunización por la enfermedad que por las vacunas». Falso. Las vacunas interactúan con el sistema inmunitario para producir una respuesta similar a la que produciría la infección natural, pero no causan la enfermedad ni exponen a la persona inmunizada a riesgos de posibles complicaciones. En cambio, el precio de la inmunización por infección natural podría ser un retraso mental provocado por Haemophilus influenzae tipo b (Hib), defectos congénitos debidos a la rubéola, cáncer del hígado derivado del virus de la hepatitis B, o muerte por sarampión.
Mito 9. «Las vacunas contienen mercurio, que es peligroso». Falso. El tiomersal, el conservante más ampliamente utilizado en las vacunas, es un compuesto orgánico con mercurio del que no hay pruebas científicas que sugieran que la cantidad utilizada en las vacunas entrañe un riesgo para la salud.
Mito 10. «Las vacunas causan autismo». Falso. No existen pruebas científicas de una relación entre vacunas y el autismo o trastornos autistas.
Esperamos que este contenido sea divulgado ampliamente y así poder llegar a cuantas más personas mejor. Entre todos conseguiremos que no sucedan acontecimientos tan tristes y desagradables como los que fechas atrás nos han golpeado.
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